Es importante decirte amigo, que coincido que tu espacio lo ve mucha gente ya. En este pueblo. Por eso deseo que te pongas en el mismo canal. Que yo, que es serio lo que voy a contarte. Que le des laimportancia y seriedad al asunto. No desearía que pusieras la introducción que partieras de lo que te voy a comentar. Te explico a continuación.
¿Sabes que es un (treinta y cinco)? ¿Sabes quienes son los que se denominan el "otro ejercito"? ¿Has escuchado de "los zetas"?.
Así es como se hacen llamar estos integrantes de esta banda la banda de "los zetas". Pues bien esto era un secreto a voces que corría entre la ciudadanía de este pueblo de Xilitla, pues ya están aquí, ya hicieron acto de presencia en este pueblo. Si, si, si Ahuizotl. Ya es lo que nos faltaba. Pues ya los tenemos aquí. Sesabe que llegaron a establecer contacto con la banda local, con los que si, efectivamente, los que no tiene que hacer, los ociosos, los verdaderos delincuentes del pueblo, los impunes, bueno pues te diré y dedúcelo, se hospedaron en el hotel de un regidor , que por cierto tiene la comisión de seguridad del municipio, si, si..
El mismo, así es el Sr. Roberto Serafín Álvarez Balderas, ya están aquí los zetas. Ya están haciendo el censo de futuras extorciones, harán su "cartera de clientes" clientes para brindarles seguridad a cambio de efectivo. "el otro impuesto", y harán esta cartera de futuros clientes, gracias al hijo del Sr. Regidor, por su experiencia y amplio conocimiento de la gente del pueblo. Claro apoyado por otros vándalos.
Ah... Ah... Si si... Claro el presidente ya ha sido informado de esto recientemente, de este arribo de los mentados "zetas", y pues bien. A ponerse las pilas, a plantear estrategias...
Ahuizotl. Gracias... Gracias... Por permitirme exponer esto que es más serio de lo que se pueda pensar..
Mano.Saludos.
¿Sabes que es un (treinta y cinco)? ¿Sabes quienes son los que se denominan el "otro ejercito"? ¿Has escuchado de "los zetas"?.
Así es como se hacen llamar estos integrantes de esta banda la banda de "los zetas". Pues bien esto era un secreto a voces que corría entre la ciudadanía de este pueblo de Xilitla, pues ya están aquí, ya hicieron acto de presencia en este pueblo. Si, si, si Ahuizotl. Ya es lo que nos faltaba. Pues ya los tenemos aquí. Sesabe que llegaron a establecer contacto con la banda local, con los que si, efectivamente, los que no tiene que hacer, los ociosos, los verdaderos delincuentes del pueblo, los impunes, bueno pues te diré y dedúcelo, se hospedaron en el hotel de un regidor , que por cierto tiene la comisión de seguridad del municipio, si, si..
El mismo, así es el Sr. Roberto Serafín Álvarez Balderas, ya están aquí los zetas. Ya están haciendo el censo de futuras extorciones, harán su "cartera de clientes" clientes para brindarles seguridad a cambio de efectivo. "el otro impuesto", y harán esta cartera de futuros clientes, gracias al hijo del Sr. Regidor, por su experiencia y amplio conocimiento de la gente del pueblo. Claro apoyado por otros vándalos.
Ah... Ah... Si si... Claro el presidente ya ha sido informado de esto recientemente, de este arribo de los mentados "zetas", y pues bien. A ponerse las pilas, a plantear estrategias...
Ahuizotl. Gracias... Gracias... Por permitirme exponer esto que es más serio de lo que se pueda pensar..
Mano.Saludos.
Bueno esto parece mas serio de lo que aparenta, tendremos que indagar un poco mas respecto a esto y ver quienes están coludidos con estos sujetos, por otra parte dejamos un texto del 2007 sobre como opera esta organización y su zona de influencia:
Soy un treinta y cinco
Por Tomado de internet / Proceso
Día de publicación: 2007-11-13
Por Ricardo Ravelo
Las entrañas de Los Zetas, sus métodos y estrategias, sus estructuras… Todo, o mucho, lo revela un hombre que desertó de sus filas, como antes lo había hecho de las del Ejército, para acercarse a Proceso y describir, entre otras cosas, la firma del pacto de paz entre los cárteles de la droga, que ya había sido difundido por este semanario hace algunos meses. Confirmada su identidad de todas las formas a nuestro alcance, el exintegrante del “otro ejército” tiene la palabra.
En forma sorpresiva, a finales de junio último las distintas células de Los Zetas en el país recibieron una orden del alto mando, entonces encabezado por Heriberto Lazcano, El Lazca, que los obligó a soltar las armas por unas cuantas horas.
“Que todos los ‘treinta y cinco’ (como se le llama internamente a la tropa de Los Zetas) y sus jefes se concentren en Matamoros, Tamaulipas. Es urgente”, decía el mensaje.
Transmitida en clave a través de radios de comunicación, la orden llegó a todos los integrantes de dicho grupo armado, quienes de inmediato viajaron a Matamoros. Por esos días, tanto el cártel del Golfo como el de Sinaloa –históricamente antagónicos– sentaban las bases para sellar un pacto que consistía en poner fin a la guerra entre ellos, repartirse el territorio y las principales rutas de trasiego de droga del país (Proceso 1600).
Un sujeto que afirma haber sido miembro de Los Zetas y dice haber escapado de una casa de seguridad, donde estaba recluido, para evitar ser víctima de las pugnas internas de ese grupo armado, confirma a este semanario que los cárteles de Sinaloa y del Golfo pactaron en efecto varios acuerdos mediante un contrato firmado por ambas organizaciones.
Fugitivo hasta ahora y en espera de que la PGR lo acoja como testigo protegido, este individuo se puso en contacto con Proceso, ofreció una entrevista, exigió el anonimato pero dio los elementos suficientes para establecer su identidad y, finalmente, viajó a la Ciudad de México y habló con este reportero.
Afirma que los cárteles de Sinaloa y del Golfo “ya se arreglaron”. Y explica: “El pacto está operando y tanto las autoridades de la PGR como del Ejército lo saben y están cooperando para que ambas organizaciones no fracasen, pues si esto ocurre, el país puede estallar en violencia”.
El entrevistado, cuya función era llevar droga de uno a otro punto del estado de Tamaulipas, asegura que fue miembro del Ejército Mexicano y, tiempo después, del 1 de enero de 1996 al 15 de octubre de 2002, se desempeñó como policía fiscal en las aduanas de esa entidad del noreste del país, donde fue “enganchado” por Los Zetas. Por entonces este grupo armado comenzó a ejercer su dominio en los cruces fronterizos del país.De acuerdo con su testimonio, basado en cinco años de actividad como zeta, aquel día de la concentración fue espectacular. Poco más de 500 miembros de Los Zetas –entre ellos unas 30 mujeres– se congregaron en el campo deportivo de Matamoros. Llegaron vestidos de civil y sin armas, como simples ciudadanos.
Usando siempre un lenguaje cuidado, bien estructurado y hasta pulcro, relata: “Nadie faltó a la cita. Algunos compañeros acudieron heridos, pero llegaron. El campo deportivo es bastante amplio. Tiene tres canchas de futbol y ahí comenzamos a concentrarnos”.
–¿Cuál era el motivo de la reunión?
–Hablar con todos nosotros. Semanas antes del encuentro, Joaquín El Chapo Guzmán había llevado a cabo negociaciones con el jefe del cártel del Golfo, Eduardo Costilla, El Coss, para detener la guerra. Eso no fue bien visto por nuestro jefe, Heriberto Lazcano. Cuando Costilla le preguntó cómo veía la posibilidad de un pacto, Lazcano lo pensó mucho.
“Debo decir que desde la detención de Osiel Cárdenas (en marzo de 2003), los directivos del cártel son parte de un grupo distinto a Los Zetas, aunque existe comunicación entre ambas partes. Lazcano dijo que él no podía aceptar un acuerdo de esa manera, que tenía que someterlo a votación. Por eso nos mandaron llamar.”
Custodiados a distancia por La Guardia (cinturones de seguridad de Los Zetas que operan con radios para vigilar a las policías, al Ejército y otras autoridades), Los Zetas se concentraron en el campo deportivo alrededor del mediodía.
A bordo de una camioneta blindada, arribó poco después Heriberto Lazcano. “Llegó vestido con pantalón de mezclilla y camisa blanca. Se le veía muy tranquilo. Al entrar al campo, se desplazó hacia un palco e hizo que los líderes de las células lo saludáramos de mano. Después, pidió un micrófono y nos dirigió un mensaje”.En su discurso, que fue leído, el jefe de Los Zetas, también desertor del Ejército, habló de la conveniencia de un pacto, de la necesidad de no matar, de no levantar ni desaparecer a más personas y de la urgencia de paz en el país, sostiene el entrevistado.
También se refirió, dice, a la propuesta de establecer un pacto con el cártel de Sinaloa, y sometió a votación el acuerdo. Explicó también que él no podía tomar decisiones a espaldas de su gente. Luego expuso que si el pacto se sellaba, el grupo sólo tendría que cuidarse del gobierno.
Y alzó la voz:
“¡Que levanten la mano los que estén de acuerdo con la paz!”, dijo mientras miraba la masa humana que, atenta, lo escuchaba.
Salvo tres personas, todos Los Zetas estuvieron de acuerdo con lo que llamaron “el fin de la guerra”. A los que estaban en desacuerdo, El Lazca les preguntó por qué no querían la paz. Según el exzeta, uno de los “treinta y cinco” dijo que su desacuerdo se debía a que recientemente habían matado a su hermano y que no podía quedarse tranquilo; otro mencionó que, independientemente de quién hubiese planeado el acuerdo, temía un debilitamiento del grupo, y el tercero señaló que “no confiaba en la contra”.
La reunión duró varias horas. Después de que todos los líderes de “divisiones” (células) volvieron a saludar de mano a El Lazca, comenzó el convivio. Hubo carne asada, refrescos y aguas frescas. Al término del encuentro, todos los miembros de lo que se conoce como “el otro ejército” se retiraron a sus zonas de influencia.Desgajamientos internos
A pesar de que la cúpula del cártel del Golfo, como estructura supuestamente independiente de Los Zetas, firmó un pacto de no agresión con el cártel de Sinaloa, ese acuerdo no parece tan sólido hasta ahora en el caso del grupo armado. En el seno de éste hay desgajamientos, pugnas, secuestros y castigos para varios de quienes se negaron a acatar la decisión de sus jefes.
Después del encuentro en el campo deportivo, El Lazca –quien presuntamente murió en el enfrentamiento del pasado 5 de octubre en Tampico, cuando miembros del cártel del Golfo se enfrentaron a tiros con el Ejército tras el decomiso de 11 toneladas de cocaína– desapareció del escenario.
El exmilitante de Los Zetas asegura que, a pesar de que a Lazcano no se le ha visto desde entonces, no está muerto. Simplemente, dice, decidió dejar la jefatura del grupo armado y su lugar lo ocupa ahora un sujeto conocido como Z-40. Lo mismo hizo Jaime González Durán, El Hummer, hace poco más de un mes. Después de haber sostenido un encuentro con su “estaca” –o sus “treinta y cinco”– en un rancho ubicado en los límites de Nuevo León y Tamaulipas, desapareció sin despedirse del grupo.
El Hummer era el encargado de la plaza de Reynosa. Meses antes había sustituido en el mando a Gregorio Sauceda, El Caramuela o Don Goyo; su área de influencia abarcaba toda la frontera chica, conformada por las demarcaciones de Miguel Alemán, Nueva Ciudad Guerrero Mier, Díaz Ordaz, Camargo y Comales. En su lugar ahora está un sujeto al que se le conoce como El H2 o Roly.
Otra plaza importante, la de Nuevo Laredo, está bajo el dominio de Enrique Rejón Aguilar, El Mamito, y del Comandante 42, este último, hermano del Comandante 40, quien asumió la jefatura de Los Zetas tras la extraña desaparición de El Lazca. Y en Parás, Nuevo León, ubicado al sur de Ciudad Guerrero Mier, el representante es Roly, mientras que en Agualeguas el jefe es el comandante Toño o El Gordo.
En Ciudad Guerrero Mier estaba como cabeza El R1, subordinado de El Hummer, pero fue ascendido y ahora se desempeña como contralor de Los Zetas en la Península de Yucatán. El R1 salió de esa plaza por sus diferencias con el Comandante 40, según las versiones que circulan en el grupo armado.
La plaza de Torreón, Coahuila, territorio que durante años dominaron totalmente el cártel de Juárez y sus socios de Sinaloa, está ahora en poder de Los Zetas. La conquista de esta plaza, según el entrevistado, costó muchas vidas, entre ellas la de cuatro capitanes del Ejército que fueron secuestrados. Esa región está a cargo del comandante Mayco, también llamado El Gringo.
–¿Qué pasó con los militares?
–Los mataron. Luego los descuartizaron. Les cortaron la cabeza, las manos y las piernas. Los hicieron cachitos y los metieron en bolsas plastificadas. Durante una refriega con el Ejército, los cuerpos fueron aventados cuando iban pasando unos convoyes del Ejército. Eso fue espantoso…
–¿Así matan Los Zetas?
–No siempre, pero a veces se tiene que hacer así. Hay otra forma de no dejar huella y consiste en cocinar a las víctimas…
–¿Cómo las cocinan?
–Una vez que la persona está muerta, se le descuartiza, como se dice comúnmente. Luego se compran unos tambos metálicos y se perforan a tiros. Dentro de estos recipientes se coloca el cuerpo despedazado y se baña con diesel. Después se les prende fuego y se tapan. Todo el cuerpo se quema. Con un palo se van removiendo las partes corporales hasta que sólo quedan los huesos, los cuales se deben quemar hasta quedar puras cenizas.Según el entrevistado, como empresa el cártel del Golfo se mantiene casi intacta, con todas sus piezas activas. Opera con el respaldo de las policías federales –la AFI y la PFP–, cuyos mandos altos y medios ya tienen conocimiento de los términos del acuerdo entre las cúpulas de los cárteles del Golfo y de Sinaloa. Su nuevo jefe es Eduardo Costilla, El Coss.
Para el exzeta, quien recientemente escapó de una casa de seguridad, en algunas regiones del país los policías cooperan para que no haya fracturas entre los dos cárteles.
Cuenta: “Si un miembro de Los Zetas se mete a un territorio sin avisar, es detenido por la policía o por la gente del cártel contrario. Con base en el acuerdo, es remitido a su organización, previa identificación. La policía se encarga de entregarlo a su cártel o ponerlo a disposición de sus jefes inmediatos para que sea castigado o simplemente le hagan un llamado de atención”.
–¿Cómo se identifican los miembros de Los Zetas para no ser confundidos?
–Sólo decimos que somos un “treinta y cinco” y mencionamos a qué plaza o división pertenecemos, así como el nombre de nuestro jefe.
El despliegue
De la información proporcionada por el entrevistado se desprende que, en el norte, Los Zetas tienen influencia desde Tamaulipas hasta Piedras Negras, Coahuila. Todas las “divisiones” o plazas tienen un jefe y su propia protección local. Las más importantes son las de Reynosa, Chiapas, Campeche, Camargo, Miguel Alemán, Nueva Ciudad Guerrero, Matamoros, Acapulco, Piedras Negras y Torreón, entre otras.
Además de los casi 600 miembros que conforman el grupo, Los Zetas tienen su propio cerco de protección, La Guardia, que está compuesta por alrededor de 500 elementos. Este grupo paralelo tiene una función: vigilar las entradas y salidas de los pueblos, desde Matamoros hasta Piedras Negras.
–¿Cómo opera La Guardia? ¿Cuál es su logística para brindarle protección a Los Zetas?
–Cuando un elemento de La Guardia detecta que salen vehículos de las guarniciones, de inmediato debe informar a los jefes lo que está pasando. Por medio del tres dos o romeo (radio), informan de todos los movimientos. Por ejemplo, si de un pueblo sale una camioneta Dodge militar, dos Hummers cerradas y una de redilas, La Guardia informa así: saliendo de su 40 de 80 una rápida, dos tortugas y un abierto (camioneta de redilas) con rumbo a papa Fox, que quiere decir puente Phar, Texas, cuya ruta está cerca del aeropuerto, rumbo a Valle Hermoso, Tamaulipas.
El desertor de Los Zetas sostiene que no es fácil ingresar al grupo. Primero que nada, dice, hay que ser recomendado por un elemento confiable que haya estado en la “diestra” (el entrenamiento riguroso para capacitarse). Y una vez que es aceptado, debe darse de alta en La Compañía o grupo zeta, donde después de la diestra se le asignan sus funciones, como cruzar droga de un punto a otro.
Además de La Guardia, Los Zetas disponen de una estructura administrativa que se encarga de las finanzas. En cada una de las plazas hay entre cinco y seis personas, con sus respectivos auxiliares, que llevan la contabilidad. El equipo responsable de las finanzas es intocable: los altos mandos del grupo armado acordaron con los jefes policiacos del país que no se les moleste en lo más mínimo.
Esta área administrativa, afirma el exmilitante de Los Zetas, tiene funciones específicas, como recaudar el dinero de las narco tienditas que funcionan en su corredor de influencia, así como los ingresos que generan las plazas para el pago de nóminas y cuyas fuentes son los pagos por extorsiones y por compra de cocaína (también conocido al interior del grupo como jale), entre otros.
También asegura que Los Zetas no sólo están involucrados en el tráfico de cocaína, sino que han incursionado en otras actividades ilícitas altamente redituables, como el tráfico de personas. Para ello, dice, establecieron acuerdos con las organizaciones de polleros, a quienes les exigieron derechos de piso por cruzar a los indocumentados por los territorios que dominan.
A los cabecillas de esas organizaciones se les llega a cobrar entre 50 y 60 dólares por persona. Otra fuente de ingresos es el cobro a narcotraficantes por cruzar droga en los territorios que este grupo controla.
El entrevistado sostiene que algunos zetas fueron separados del grupo, lo que causó fracturas y divisiones internas. Como consecuencia, varios de ellos fueron secuestrados por facciones antagónicas. Uno de esos elementos fue precisamente él. Dice que las fracturas comenzaron la primera semana de julio, cuando El Hummer organizó una reunión con unos 200 Zetas en un rancho ubicado junto al río San Juan, en los límites de Tamaulipas y Nuevo León.
En ese encuentro fueron varios los zetas que se quejaron ante él de malos tratos y bajos sueldos, lo que llevó a El Hummer a emprender algunos ajustes: destituyó a los representantes de Sabinas Hidalgo y Serralvo, Nuevo León, plazas a cargo de dos personajes conocidos como El Chabelo y El Lobo.
El Hummer también habló fuerte ante sus subalternos. Les dijo que la puerta estaba abierta para quien quisiera irse de la organización. Y advirtió que no toleraría más fallas ni problemas. Fue entonces cuando 15 compañeros le tomaron la palabra y abandonaron el grupo.
–¿Y el pacto en qué terminó?
–El pacto sigue. Como dije antes, hay un contrato firmado y se tiene que respetar…
Día de publicación: 2007-11-13
Por Ricardo Ravelo
Las entrañas de Los Zetas, sus métodos y estrategias, sus estructuras… Todo, o mucho, lo revela un hombre que desertó de sus filas, como antes lo había hecho de las del Ejército, para acercarse a Proceso y describir, entre otras cosas, la firma del pacto de paz entre los cárteles de la droga, que ya había sido difundido por este semanario hace algunos meses. Confirmada su identidad de todas las formas a nuestro alcance, el exintegrante del “otro ejército” tiene la palabra.
En forma sorpresiva, a finales de junio último las distintas células de Los Zetas en el país recibieron una orden del alto mando, entonces encabezado por Heriberto Lazcano, El Lazca, que los obligó a soltar las armas por unas cuantas horas.
“Que todos los ‘treinta y cinco’ (como se le llama internamente a la tropa de Los Zetas) y sus jefes se concentren en Matamoros, Tamaulipas. Es urgente”, decía el mensaje.
Transmitida en clave a través de radios de comunicación, la orden llegó a todos los integrantes de dicho grupo armado, quienes de inmediato viajaron a Matamoros. Por esos días, tanto el cártel del Golfo como el de Sinaloa –históricamente antagónicos– sentaban las bases para sellar un pacto que consistía en poner fin a la guerra entre ellos, repartirse el territorio y las principales rutas de trasiego de droga del país (Proceso 1600).
Un sujeto que afirma haber sido miembro de Los Zetas y dice haber escapado de una casa de seguridad, donde estaba recluido, para evitar ser víctima de las pugnas internas de ese grupo armado, confirma a este semanario que los cárteles de Sinaloa y del Golfo pactaron en efecto varios acuerdos mediante un contrato firmado por ambas organizaciones.
Fugitivo hasta ahora y en espera de que la PGR lo acoja como testigo protegido, este individuo se puso en contacto con Proceso, ofreció una entrevista, exigió el anonimato pero dio los elementos suficientes para establecer su identidad y, finalmente, viajó a la Ciudad de México y habló con este reportero.
Afirma que los cárteles de Sinaloa y del Golfo “ya se arreglaron”. Y explica: “El pacto está operando y tanto las autoridades de la PGR como del Ejército lo saben y están cooperando para que ambas organizaciones no fracasen, pues si esto ocurre, el país puede estallar en violencia”.
El entrevistado, cuya función era llevar droga de uno a otro punto del estado de Tamaulipas, asegura que fue miembro del Ejército Mexicano y, tiempo después, del 1 de enero de 1996 al 15 de octubre de 2002, se desempeñó como policía fiscal en las aduanas de esa entidad del noreste del país, donde fue “enganchado” por Los Zetas. Por entonces este grupo armado comenzó a ejercer su dominio en los cruces fronterizos del país.De acuerdo con su testimonio, basado en cinco años de actividad como zeta, aquel día de la concentración fue espectacular. Poco más de 500 miembros de Los Zetas –entre ellos unas 30 mujeres– se congregaron en el campo deportivo de Matamoros. Llegaron vestidos de civil y sin armas, como simples ciudadanos.
Usando siempre un lenguaje cuidado, bien estructurado y hasta pulcro, relata: “Nadie faltó a la cita. Algunos compañeros acudieron heridos, pero llegaron. El campo deportivo es bastante amplio. Tiene tres canchas de futbol y ahí comenzamos a concentrarnos”.
–¿Cuál era el motivo de la reunión?
–Hablar con todos nosotros. Semanas antes del encuentro, Joaquín El Chapo Guzmán había llevado a cabo negociaciones con el jefe del cártel del Golfo, Eduardo Costilla, El Coss, para detener la guerra. Eso no fue bien visto por nuestro jefe, Heriberto Lazcano. Cuando Costilla le preguntó cómo veía la posibilidad de un pacto, Lazcano lo pensó mucho.
“Debo decir que desde la detención de Osiel Cárdenas (en marzo de 2003), los directivos del cártel son parte de un grupo distinto a Los Zetas, aunque existe comunicación entre ambas partes. Lazcano dijo que él no podía aceptar un acuerdo de esa manera, que tenía que someterlo a votación. Por eso nos mandaron llamar.”
Custodiados a distancia por La Guardia (cinturones de seguridad de Los Zetas que operan con radios para vigilar a las policías, al Ejército y otras autoridades), Los Zetas se concentraron en el campo deportivo alrededor del mediodía.
A bordo de una camioneta blindada, arribó poco después Heriberto Lazcano. “Llegó vestido con pantalón de mezclilla y camisa blanca. Se le veía muy tranquilo. Al entrar al campo, se desplazó hacia un palco e hizo que los líderes de las células lo saludáramos de mano. Después, pidió un micrófono y nos dirigió un mensaje”.En su discurso, que fue leído, el jefe de Los Zetas, también desertor del Ejército, habló de la conveniencia de un pacto, de la necesidad de no matar, de no levantar ni desaparecer a más personas y de la urgencia de paz en el país, sostiene el entrevistado.
También se refirió, dice, a la propuesta de establecer un pacto con el cártel de Sinaloa, y sometió a votación el acuerdo. Explicó también que él no podía tomar decisiones a espaldas de su gente. Luego expuso que si el pacto se sellaba, el grupo sólo tendría que cuidarse del gobierno.
Y alzó la voz:
“¡Que levanten la mano los que estén de acuerdo con la paz!”, dijo mientras miraba la masa humana que, atenta, lo escuchaba.
Salvo tres personas, todos Los Zetas estuvieron de acuerdo con lo que llamaron “el fin de la guerra”. A los que estaban en desacuerdo, El Lazca les preguntó por qué no querían la paz. Según el exzeta, uno de los “treinta y cinco” dijo que su desacuerdo se debía a que recientemente habían matado a su hermano y que no podía quedarse tranquilo; otro mencionó que, independientemente de quién hubiese planeado el acuerdo, temía un debilitamiento del grupo, y el tercero señaló que “no confiaba en la contra”.
La reunión duró varias horas. Después de que todos los líderes de “divisiones” (células) volvieron a saludar de mano a El Lazca, comenzó el convivio. Hubo carne asada, refrescos y aguas frescas. Al término del encuentro, todos los miembros de lo que se conoce como “el otro ejército” se retiraron a sus zonas de influencia.Desgajamientos internos
A pesar de que la cúpula del cártel del Golfo, como estructura supuestamente independiente de Los Zetas, firmó un pacto de no agresión con el cártel de Sinaloa, ese acuerdo no parece tan sólido hasta ahora en el caso del grupo armado. En el seno de éste hay desgajamientos, pugnas, secuestros y castigos para varios de quienes se negaron a acatar la decisión de sus jefes.
Después del encuentro en el campo deportivo, El Lazca –quien presuntamente murió en el enfrentamiento del pasado 5 de octubre en Tampico, cuando miembros del cártel del Golfo se enfrentaron a tiros con el Ejército tras el decomiso de 11 toneladas de cocaína– desapareció del escenario.
El exmilitante de Los Zetas asegura que, a pesar de que a Lazcano no se le ha visto desde entonces, no está muerto. Simplemente, dice, decidió dejar la jefatura del grupo armado y su lugar lo ocupa ahora un sujeto conocido como Z-40. Lo mismo hizo Jaime González Durán, El Hummer, hace poco más de un mes. Después de haber sostenido un encuentro con su “estaca” –o sus “treinta y cinco”– en un rancho ubicado en los límites de Nuevo León y Tamaulipas, desapareció sin despedirse del grupo.
El Hummer era el encargado de la plaza de Reynosa. Meses antes había sustituido en el mando a Gregorio Sauceda, El Caramuela o Don Goyo; su área de influencia abarcaba toda la frontera chica, conformada por las demarcaciones de Miguel Alemán, Nueva Ciudad Guerrero Mier, Díaz Ordaz, Camargo y Comales. En su lugar ahora está un sujeto al que se le conoce como El H2 o Roly.
Otra plaza importante, la de Nuevo Laredo, está bajo el dominio de Enrique Rejón Aguilar, El Mamito, y del Comandante 42, este último, hermano del Comandante 40, quien asumió la jefatura de Los Zetas tras la extraña desaparición de El Lazca. Y en Parás, Nuevo León, ubicado al sur de Ciudad Guerrero Mier, el representante es Roly, mientras que en Agualeguas el jefe es el comandante Toño o El Gordo.
En Ciudad Guerrero Mier estaba como cabeza El R1, subordinado de El Hummer, pero fue ascendido y ahora se desempeña como contralor de Los Zetas en la Península de Yucatán. El R1 salió de esa plaza por sus diferencias con el Comandante 40, según las versiones que circulan en el grupo armado.
La plaza de Torreón, Coahuila, territorio que durante años dominaron totalmente el cártel de Juárez y sus socios de Sinaloa, está ahora en poder de Los Zetas. La conquista de esta plaza, según el entrevistado, costó muchas vidas, entre ellas la de cuatro capitanes del Ejército que fueron secuestrados. Esa región está a cargo del comandante Mayco, también llamado El Gringo.
–¿Qué pasó con los militares?
–Los mataron. Luego los descuartizaron. Les cortaron la cabeza, las manos y las piernas. Los hicieron cachitos y los metieron en bolsas plastificadas. Durante una refriega con el Ejército, los cuerpos fueron aventados cuando iban pasando unos convoyes del Ejército. Eso fue espantoso…
–¿Así matan Los Zetas?
–No siempre, pero a veces se tiene que hacer así. Hay otra forma de no dejar huella y consiste en cocinar a las víctimas…
–¿Cómo las cocinan?
–Una vez que la persona está muerta, se le descuartiza, como se dice comúnmente. Luego se compran unos tambos metálicos y se perforan a tiros. Dentro de estos recipientes se coloca el cuerpo despedazado y se baña con diesel. Después se les prende fuego y se tapan. Todo el cuerpo se quema. Con un palo se van removiendo las partes corporales hasta que sólo quedan los huesos, los cuales se deben quemar hasta quedar puras cenizas.Según el entrevistado, como empresa el cártel del Golfo se mantiene casi intacta, con todas sus piezas activas. Opera con el respaldo de las policías federales –la AFI y la PFP–, cuyos mandos altos y medios ya tienen conocimiento de los términos del acuerdo entre las cúpulas de los cárteles del Golfo y de Sinaloa. Su nuevo jefe es Eduardo Costilla, El Coss.
Para el exzeta, quien recientemente escapó de una casa de seguridad, en algunas regiones del país los policías cooperan para que no haya fracturas entre los dos cárteles.
Cuenta: “Si un miembro de Los Zetas se mete a un territorio sin avisar, es detenido por la policía o por la gente del cártel contrario. Con base en el acuerdo, es remitido a su organización, previa identificación. La policía se encarga de entregarlo a su cártel o ponerlo a disposición de sus jefes inmediatos para que sea castigado o simplemente le hagan un llamado de atención”.
–¿Cómo se identifican los miembros de Los Zetas para no ser confundidos?
–Sólo decimos que somos un “treinta y cinco” y mencionamos a qué plaza o división pertenecemos, así como el nombre de nuestro jefe.
El despliegue
De la información proporcionada por el entrevistado se desprende que, en el norte, Los Zetas tienen influencia desde Tamaulipas hasta Piedras Negras, Coahuila. Todas las “divisiones” o plazas tienen un jefe y su propia protección local. Las más importantes son las de Reynosa, Chiapas, Campeche, Camargo, Miguel Alemán, Nueva Ciudad Guerrero, Matamoros, Acapulco, Piedras Negras y Torreón, entre otras.
Además de los casi 600 miembros que conforman el grupo, Los Zetas tienen su propio cerco de protección, La Guardia, que está compuesta por alrededor de 500 elementos. Este grupo paralelo tiene una función: vigilar las entradas y salidas de los pueblos, desde Matamoros hasta Piedras Negras.
–¿Cómo opera La Guardia? ¿Cuál es su logística para brindarle protección a Los Zetas?
–Cuando un elemento de La Guardia detecta que salen vehículos de las guarniciones, de inmediato debe informar a los jefes lo que está pasando. Por medio del tres dos o romeo (radio), informan de todos los movimientos. Por ejemplo, si de un pueblo sale una camioneta Dodge militar, dos Hummers cerradas y una de redilas, La Guardia informa así: saliendo de su 40 de 80 una rápida, dos tortugas y un abierto (camioneta de redilas) con rumbo a papa Fox, que quiere decir puente Phar, Texas, cuya ruta está cerca del aeropuerto, rumbo a Valle Hermoso, Tamaulipas.
El desertor de Los Zetas sostiene que no es fácil ingresar al grupo. Primero que nada, dice, hay que ser recomendado por un elemento confiable que haya estado en la “diestra” (el entrenamiento riguroso para capacitarse). Y una vez que es aceptado, debe darse de alta en La Compañía o grupo zeta, donde después de la diestra se le asignan sus funciones, como cruzar droga de un punto a otro.
Además de La Guardia, Los Zetas disponen de una estructura administrativa que se encarga de las finanzas. En cada una de las plazas hay entre cinco y seis personas, con sus respectivos auxiliares, que llevan la contabilidad. El equipo responsable de las finanzas es intocable: los altos mandos del grupo armado acordaron con los jefes policiacos del país que no se les moleste en lo más mínimo.
Esta área administrativa, afirma el exmilitante de Los Zetas, tiene funciones específicas, como recaudar el dinero de las narco tienditas que funcionan en su corredor de influencia, así como los ingresos que generan las plazas para el pago de nóminas y cuyas fuentes son los pagos por extorsiones y por compra de cocaína (también conocido al interior del grupo como jale), entre otros.
También asegura que Los Zetas no sólo están involucrados en el tráfico de cocaína, sino que han incursionado en otras actividades ilícitas altamente redituables, como el tráfico de personas. Para ello, dice, establecieron acuerdos con las organizaciones de polleros, a quienes les exigieron derechos de piso por cruzar a los indocumentados por los territorios que dominan.
A los cabecillas de esas organizaciones se les llega a cobrar entre 50 y 60 dólares por persona. Otra fuente de ingresos es el cobro a narcotraficantes por cruzar droga en los territorios que este grupo controla.
El entrevistado sostiene que algunos zetas fueron separados del grupo, lo que causó fracturas y divisiones internas. Como consecuencia, varios de ellos fueron secuestrados por facciones antagónicas. Uno de esos elementos fue precisamente él. Dice que las fracturas comenzaron la primera semana de julio, cuando El Hummer organizó una reunión con unos 200 Zetas en un rancho ubicado junto al río San Juan, en los límites de Tamaulipas y Nuevo León.
En ese encuentro fueron varios los zetas que se quejaron ante él de malos tratos y bajos sueldos, lo que llevó a El Hummer a emprender algunos ajustes: destituyó a los representantes de Sabinas Hidalgo y Serralvo, Nuevo León, plazas a cargo de dos personajes conocidos como El Chabelo y El Lobo.
El Hummer también habló fuerte ante sus subalternos. Les dijo que la puerta estaba abierta para quien quisiera irse de la organización. Y advirtió que no toleraría más fallas ni problemas. Fue entonces cuando 15 compañeros le tomaron la palabra y abandonaron el grupo.
–¿Y el pacto en qué terminó?
–El pacto sigue. Como dije antes, hay un contrato firmado y se tiene que respetar…
Por el momento no veo algo más que agregar.
1 comentario:
Ahuzotl:
Que nueva la traen, los mentados "zetas" ya tienen tiempo trabajando en Xilitla,las maquinitas minicasinos son de ellos,tambien surten a los ambulantes de discos piratas,por eso ya no van a Mexico,aqui se los traen, checalos estan marcadas las portadillas,traen un sello en la parte interior,los que venden parque y los que trafican indocumentados trabajan para ellos,y saben que a nuestras autoridades la seguridad de los habitantes no les interesa en lo mas minimo pues aqui es tierra fertil,ve viste lo que pasó en Rio Verde
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